Como cada año, el último domingo de septiembre, la comunidad de Nirivilo, en el secano interior de la cordillera de la costa, en la Diócesis de Linares, celebró con fervor la Fiesta de Nuestra Señora del Carmen Campesina, una tradición viva que reúne a fieles de todo el territorio en torno a la fe, la cultura y la identidad campesina, rito heredado en cada familia.
La celebración se realizó en la histórica Parroquia de Nirivilo, templo que fue declarado Monumento Histórico Nacional por su valor patrimonial y su relevancia en la ruta de la independencia de Chile. Esta Iglesia no solo representa un hito arquitectónico y cultural, sino también un espacio de encuentro donde la comunidad expresa su memoria agradecida, presentando en oración a quienes les precedieron en este caminar de fe.
Este año, la celebración tuvo un cariz aún más especial, ya que nos encontramos viviendo el Año del Centenario de la Diócesis de Linares. Por ello, como se ha dispuesto, cada parroquia se transforma en templo jubilar y puerta santa en el día de la fiesta de su patrono, lo que permite a los fieles obtener la indulgencia plenaria bajo las condiciones habituales. Una hermosa invitación a vivir este tiempo de gracia con corazón agradecido y espíritu renovado.
La fiesta de la Virgen del Carmen tiene raíces centenarias, pero fue en 1988 cuando se dio inicio a su expresión como Virgen del Carmen Campesina, gracias al impulso del Padre Esteban de Mott, sacerdote misionero de Maryknoll, y del Padre Silvio Jara. Desde entonces, la comunidad ha hecho suya esta manifestación popular en la que la Virgen es venerada con atuendos típicos del campo chileno, vestida con chamanto y chupalla, en un gesto que simboliza la profunda identidad rural y devoción mariana del pueblo.
Un momento emotivo de la celebración fue el ofertorio, donde cada comunidad, e incluso el Municipio de San Javier, presenta al altar los frutos de su tierra: huevos, zapallos, legumbres y otros productos que representan su trabajo, su cultura y su identidad familiar. Es un gesto de gratitud y esperanza que une a todos bajo el amparo de la Virgen.
Presidió la Eucaristía Monseñor Tomislav Koljatic, quien en su homilía destacó el valor de la unidad que genera la Virgen del Carmen, «quien, más allá del paso del tiempo y de los contratiempos de la vida diaria, es siempre refugio seguro para los cristianos, consuela, fortalece y conduce a sus hijos por caminos de fe y esperanza». Concelebró el Padre José Ulloa, párroco de Nirivilo, quien agradeció la masiva participación y el ambiente de respeto, devoción y alegría vivido durante toda la jornada.
La misa fue seguida por una colorida procesión, en la que la imagen de la Virgen Campesina fue llevada en una tradicional carreta tirada por bueyes, guiada con gran dedicación por don José Montecinos, quien, pese a pertenecer a otra confesión religiosa, ha servido con amor y respeto este rol durante más de 15 años, trayectoria que fue reconocida por el Club de Cabalgata y tradiciones campesinas de Nirivilo. En la figura de Don José Heriberto, se recordó además a Don Guillermo Muñoz Muñoz, a Don Reinaldo Concha y a Don Manuel González, quienes ya descansan en la Paz del Señor, pero su legado perdura. Cabe destacar que la carreta es gentilmente facilitada por un pastor evangélico del mismo pueblo, gesto que habla de una fe que une y trasciende diferencias.
En la celebración participaron autoridades Regionales, Provinciales, Comunales, y representantes de diversas comunidades rurales, acompañados por huasos a caballo y bellos estandartes, en un verdadero mosaico de fe y tradición popular. Al paso de la procesión el Obispo y el Párroco, bendecían altares que los vecinos, en familia habían preparado.
Tras el almuerzo comunitario, la jornada culminó con una Cantata en honor a la Virgen del Carmen, organizada con esmero por los fieles en conjunto y con el apoyo de la Ilustre Municipalidad de San Javier, como una expresión artística y espiritual que enaltece aún más esta fiesta tan querida por el pueblo.
La Virgen del Carmen Campesina sigue siendo signo de unidad, de esperanza y de identidad para el campo chileno y para toda la Iglesia. Su figura maternal convoca año a año a generaciones enteras que, con sencillez y devoción, siguen confiando en su intercesión, poniendo en sus manos la vida, el trabajo, la familia y la patria. ¡Virgen del Carmen, Reina y Madre de Chile, ruega por nosotros!
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