El 1° de Mayo, cuando la Iglesia universal celebra la memoria de San José Obrero, la Iglesia Diocesana de Linares, que camina a la celebración de su centenario, ovacionó con alegría la Ordenación Diaconal Permanente de Rodrigo Antonio Montecino Vásquez de la Parroquia San Pedro, del Decanato de Cauquenes y Pedro Abel Soto Riffo, de la Parroquia San Lorenzo Mártir de Longaví, del Decanato de Parral.
Rodrigo y Pedro, sellaron con el Sacramento del Orden, delante de la Iglesia, de sus familias y de sus comunidades, la respuesta que han venido dando a la vocación recibida de parte del Señor durante un largo y fiel proceso de formación para este servicio.
Esta hermosa ceremonia y simbólica ceremonia, fue presidida por Monseñor Tomislav Koljatic, junto al Clero Diocesano y Cuerpo Diaconal. Los nuevos Diáconos Permanentes fueron acompañados por sus familiares, amigos y comunidades de Cauquenes y Longaví.
Homilía Obispo
Queridos hermanos:
La Providencia de Dios ha permitido que hoy en la fiesta de San José Obrero, celebremos con alegría y mucha gratitud a Dios la Ordenación diaconal de Rodrigo Montecino Vásquez y Pedro Soto Riffo.
Como escuchábamos en el Evangelio del domingo pasado, el Padre que todo lo conoce y que nos ama entrañablemente, nos poda para dar más fruto.
Así, después de la dolorosa partida de tu hijo José Matías, hoy más serenos y en paz, retomamos el camino interrumpido, conscientes de nuestro dolor, pero con profunda esperanza y abandono en la Providencia Divina.
Damos gracias a Dios por este don del ministerio diaconal que ustedes reciben después de una vida de servicio a la Iglesia.
Rodrigo, cauquenino de corazón y de toda su vida, desde muy pequeño participó con entusiasmo en la Capilla del Barrio Estación. Su vida fue un crecer con la Iglesia y en la Iglesia.
Siempre disponible, ha colaborado con todos los párrocos de San Pedro en diversos ministerios, especialmente en la animación litúrgica, catequesis, apoyo en las tareas parroquiales.
En los últimos años se desempeña en la pastoral y como profesor del Colegio de la Inmaculada con plena dedicación.
Pedro que desde joven sintió el atractivo de la espiritualidad de San Francisco, caminó en la búsqueda de su lugar en la Iglesia. Siempre activo en la pastoral juvenil, luego con su esposa, participó en el trabajo de Caritas, catequesis familiar, pre matrimonial, misiones parroquiales, miembro del Consejo parroquial y luego coordinador de este consejo.
Ambos se han preparado durante muchos años en la Escuela de Formación de Ministerios de la Diócesis.
Llamado por la Iglesia a este Ministerio Diaconal, no dudaron en responder con generosidad y disponibilidad.
Algunas consideraciones que podemos en este día de Ordenación Diaconal.
Ante todo, vemos que los ministerios en la Iglesia brotan desde la vida pastoral de la Iglesia. Desde la Iglesia, al servicio de la Iglesia.
No se trata de personas que ellos han elegido un Ministerio, es Dios quien los ha llamado a este Ministerio, tomados de entre los que ya están en el servicio parroquial.
Por otra parte, en el caso de Pedro, también hemos madurado como Iglesia Diocesana en que el Diacono tiene una doble vocación, dada por Dios mismo. La de ser esposo y padre, la de mantener y crecer en su familia y la del servicio a la Iglesia.
Ambas vocaciones deben ser complementarias, deben enriquecerse mutuamente, deben respetarse y crecer juntas.
Ese es uno de los principales desafíos de los diáconos y que no debemos olvidar nunca.
En el caso de Rodrigo, siendo él soltero, esta Ordenación Diaconal lo consagra en un seguimiento como célibe hasta la muerte.
En sintonía con este tiempo de la Iglesia, cabe recordar que el Ministerio Diaconal nace en la Iglesia apostólica, como un ejemplo admirable de sinodalidad.
El relato de su institución que hemos escuchado en la primera lectura (Hechos 6), nos muestra ese camino de discernimiento comunitario que realizan los Apóstoles ante una nueva dificultad que deben afrontar. El servicio de las viudas cristianas no judías. Este problema ocurre cuando ya ha pasado mucha agua bajo el puente en el desarrollo de las comunidades de Jerusalén.
Siguiendo el relato de los Hechos de los Apóstoles, antes ya fue la elección de Matías en reemplazo de Judas, ya ha ocurrido Pentecostés, los apóstoles han comenzado a anunciar el nombre de Jesús Resucitado, Pedro sana al hombre tullido en el templo de Jerusalén, luego arrestan a Pedro y Juan, se describe la primera comunidad que pone todo en común, los apóstoles comparecen frente al Sanedrín.
Es en ese momento que la Iglesia debe afrontar este nuevo desafío pastoral. Atender a los pobres, especialmente a las viudas extranjeras.
Pedro y la comunidad bajo la inspiración del Espíritu Santo definen la institución de los diáconos:
“Busquen hombres de buena fama, llenos de sabiduría y del Espíritu para confiarles el servicio de la atención de las viudas y los pobres”.
De esta manera hace dos mil años comenzó este servicio de la caridad en la Iglesia que no se ha detenido y no se detendrá jamás.
La Iglesia en oración, define sinodalmente qué debe hacer.
Ya sabemos las características que posee el Diacono Permanente: El Diácono participa de la jerarquía de la Iglesia, en una muy directa relación de cercanía y colaboración con el Obispo, al servicio de Dios en la liturgia y de la comunidad en el servicio.
La etimología nos dice que Diácono significa servidor. Servir a Dios en la comunidad. Este es su camino de santidad. El servicio a ejemplo de Jesús, que no vino a ser servido si no a servir. Mc 10.45
¿Qué puede hacer el diácono?
Asistir al Obispo y al presbítero en la celebración de la Eucaristía, la distribución de la comunión a los presentes y a los enfermos, bautizar, asistir al sacramento del matrimonio, presidir las exequias y bendecir a los fieles en cualquier circunstancia. También se le invita a la oración fiel y cotidiana de la Liturgia de las Horas, como verdadero maestro de oración de su comunidad.
A ustedes les corresponderá integrarse al Colegio de Diáconos de la Diócesis de Linares que en la actualidad son 21, con ustedes serán 23.
En la oración de consagración le vamos a pedir a Dios tres dones:
Disponibilidad en la acción, es decir libertad interior.
Humildad en el servicio, es decir, olvido de sí.
Perseverancia en la oración.
El Papa Francisco en un encuentro con Diáconos les decía: “Queridos Diáconos, podéis pedir cada día esta gracia en la oración, en una oración donde se presenten las fatigas, los imprevistos, los cansancios y las esperanzas: una oración verdadera, que lleve su vida al Señor y el Señor a la vida de cada uno de ustedes. Y cuando sirváis en la celebración Eucarística, allí encontraréis la presencia de Jesús, que se os entrega, para que vosotros os deis a los demás. Así, disponibles en la vida, mansos de corazón y en constante diálogo con Jesús, no tendréis temor de ser servidores de Cristo, de encontrar y acariciar la carne del Señor en los pobres de hoy”.
Finalmente, En la liturgia de la Ordenación se concluye con esta última pregunta:
Obispo: ¿Quieres imitar siempre en tu vida el ejemplo de Cristo, cuyo cuerpo y sangre servirás en el altar?
Ordenandos: Sí, quiero hacerlo, con la ayuda de Dios
Les animo a que esto sea una realidad diaria en sus vidas.
Que la imitación de Cristo sea la fuente de su alegría, de su fecundidad y de su Ministerio. Ya nos decía el Señor: “Sin mí, no pueden hacer nada”.
Y ustedes queridos hermanos aquí presentes, no dejen de acompañarlos con su oración, amistad y comprensión.
Siguiendo con la Liturgia del Sacramento de Ordenación
Un momento de fuerte presencia del Espíritu Santo que transformó a estos hermanos en “Servidores del Altar y del Cristo que sale a su encuentro entre los más débiles, en cada una de sus comunidades”. Los candidatos fueron llamados por el primer Diácono Ordenado en la Diócesis de Linares, Don Manuel Medel Troncoso.
En tanto el Pbro. Luis Fuentealba, Vicario de Pastoral y Encargado de la Escuela de Formación para los Ministerios, presentó a los candidatos al Obispo. Señalando: “Según el parecer de quienes los presentan, de sus párrocos, del equipo de formadores y consultados sus respectivos Consejos Pastorales, doy testimonio de que han sido considerados dignos”.
Luego del examen con el que el Obispo, ante el Pueblo de Dios, interrogó a los ordenados acerca de su intención, antes de recibir el sagrado sacramento del Orden, comenzó la imposición de las manos y la Oración Consecratoria; la imposición de la Estola, signo externo de la misión de servicio asumida; entrega del Evangelio y el abrazo de paz.
Para concluir con las palabras de agradecimiento del Diácono Permanente Rodrigo Montecino, quien, a nombre de ambos ordenados, con emoción agradeció a quienes con su testimonio han sido parte importante para llegar a este momento de sus vidas.
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